miércoles, 28 de diciembre de 2011

Dos magnolias


Te miré
te vi,
te desvesti
y te dije:
amaré esas
dos magnolias
si me permites
conocerles
su sabor.

Me acerqué
los miré
con mi boca apunté
y los besé.

Me coloqué
siendo tú impenetrable
en ti entré
y enamoré
a esas dos magnolias
que así nombre.

sábado, 15 de octubre de 2011

La de la falda de serpientes


Te han visto madurar
crecer, maquillarte.
Tantas formas que tomas
para seducir a los hombres
de esas épocas.

Coqueta apasionada,
bailas a la invitación
del aire.
Y cómo cambias de rostro
mujer casta, fiel de tierra.
Pero qué bella eres
desde que naciste
aunque te conozco actual,
he visto tus fotografías,
salías como mujer virgen
y ahora vuelas.

Mujer fuerte,
las espinas te respetan
y encendemos fuego
para cuidarte.

¡Qué plumaje tan liso y colorido tienes!
Y en este día te recuerdan
como si fuera el día de tu nacimiento.
¡Qué dichoso somos al tenerte
para que nos ames!
Recuerdo cuando gritabas
para que fuéramos libres.
Eras una espada, un escudo
¡una buena razón para  morir¡
Jugosa, jugosa patria.

Han muerto tantos por ti
y otros se quedan locos
al intento de conquistarte.

Nunca se ha visto
una lealtad mayor que la tuya,
bella, sí, bella tú
te miran y te miran
la falda de serpientes
y con eso saben de dónde vienes.


Vienes desde la miel...


Vienes desde la miel,
te levantas,
te miro y quiero
beberte con mis ojos.

Caminar en tus ojos,
amanecer en tus ojos.

Mi corazón te está probando
y no mi boca.
¿Cuándo te probará mi boca?

(¡Oh, tu boca!
oro rojo en minas de sal).

Toca mi corazón
y dirá tu nombre.

Pusiste sin saber
una semilla de amor
el día que mis ojos
te descubrieron.

(¡Qué paraíso es
cuando estamos tú y yo
mirándonos!).

Camino desde años
tomando plumas
del ave del amor
para tejer alas.
Porque sé, que tu beso
es el aire que necesitamos
para comenzar a volar.


Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?


Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Saber el vuelo de la marea de tu lengua.
Poder chocar el pico que imitamos por segundos.
Decir palabras con la tinta que conocemos por saliva.
O saber aprovechar la oscuridad y el silencio y dejar resbalar la boca.
Esa boca juguetona que sabe levantar el movimiento de quitarse la ropa.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?

Saber que al despertar te diriges al reloj apurándolo
a que se haga de noche para colocar la boca suave.
Como cuando la abeja hace la miel.
O como cuando las flores muestran sus senos a la primavera.
O el paraguas feliz que es acariciado por la lluvia.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?

Saber que la lengua se alarga y besa el mismo corazón rojo,
rojo amor, rojo fuego, rojo sangre.

Imaginar que el tango se inventó al momento del beso.
Que las abejas ya no buscan las flores, sino las bocas femeninas.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?

Me lo sigo preguntando tantas veces.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Responde sin palabras.
No dejes que la duda sea mi muerte.
Quiero vivir contigo, porque vivir sin ti
sería otra forma de mi muerte. ¡Pero si me dejas mori!,
al menos déjame quedarme
en el ataúd de tus labios.


Los poetas


Los poetas le quitan
el polvo al amor.
Lo limpian, le hacen
el amor varias veces
y luego se van.




He cerrado mi boca para ti


No sé si me boca ya no te merezca
o tu boca ya no la merezca,
pero me despido.
Que he cerrado mi boca
con la lágrimas que han caído
y se vuelven hielo impenetrable.

Si no nos salen más lágrimas
es porque simplemente… ya nos secamos.

La cierro pero no me estoy callando.
La cierro porque al abrirla me duele.
La cierro porque no quiero caer sobre tu boca
ni en tus pechos.
La cierro porque quiero cerrarla.

Yo, cuando cierro mi boca
cierro también mis ojos.
Existen cosa que no quiero ver:
ver tu boca contagiada de otra,
o ver tus pechos que son tapados
por las manos de otro.

Ver, sentir o recordar:
que tu vientre se olvide de mí.

Sentir, recordar o ver:
que mis caricias se caigan
porque las empujan otras manos.

Recordar, ver o sentir:
que tu cuerpo está atrás
y lejos de mi espalda.
Que la ropa que yo quitaba
la quite otro.

Ver, sentir o recordar: lo que me queda.

Sentir, recordar o ver: lluvioso.

Recordar, ver o sentir: nada.




Te me antojas


Puedo contarte que me gustas.
Te me antojas tanto,
pero tienes miles de kilómetros encima
y el problema no es tu permiso,
sino que no alcanzo a probarte,
 pues mi lengua no mide tanto
y mi boca no tiene alas.

Me encantan tus piernas


Me encantan tus piernas
cuando las vistes de jeans,
cuando las vistes de falda
cuando no las vistes
o cuando las desvisto.

Me encantan, las amo,
y en la intimidad se abren
y son tus piernas blancas
las que cargan tu vientre
que ya conozco y
que me gusta tanto.

Me encantan tus piernas
cuando las estiras en tu cama
cuando me permites tocarlas,
empezando por tus pies y
 terminando por tus muslos,
o haciendo viceversa.

Me encantan, las amo,
no las cierres amor
aún no acabo,
quédate más tiempo en ese ángulo.

Amor hay luna, un cielo estrellado,
eso nos gusta
y nos da inspiración
en el escenario azulado.

 Amor, me gusta cuando
tus piernas se vuelven brazos
y me abrazan y te digo:
no me sueltes.

Vientre arriba,
vientre abajo
cambiamos y todo
lo disfrutamos.

Y en la cama
con tus piernas bailo.

Te visto de sábanas
y de manos,
y de vez en cuando te bebo
y me llega un sabor
a mi boca,
el sabor
 del azúcar moldeado.

Dara

 
Entre las mujeres lejanas
se encuentra.
Dara es querer ser ligero
para viajar con el viento.

Quiere quedarse
en medio de dos labios,
quiere secuestrar un cuerpo.

Dara sabe a invierno,
a paraguas mojados,
a cartas de amor
y a piel blanca.

Son bocas pintadas de nostalgias,
y hasta en las bocas hay
lágrimas por los adioses
que no se desean.

Dara es una mano triste
que se acaricia así misma.
Es un beso que
vuela por ciudades.

Es una lágrima que arde.

Lluvia

Hay un concierto de gotas y de flautas transparentes, con sus graves y agudos tonos. Antes de cada concierto existen tres llamadas; la primer llamada es el color gris, la segunda son los rayos y la tercer llamada es la continuidad de pequeñas gotas flacas y suaves. Después, en las calles hay caricias de agua, y pequeñas manos casi redondas tocando a tu paraguas abierto.

La lluvia tiene sus usos: sirve para inspirar a cualquier poeta que desea nuevos versos, sirve para recordar las pisadas en los charcos que dimos en la infancia; la lluvia es para compartirla amorosamente caminando por los mares que tienen sus diminutas olas.

Cuando finaliza el concierto, se queda un paisaje verde, un perfume fresco, ventanas adornadas, nubes blanqueándose, el sol descobijándose, los pájaros hablando y espejos largos y delgados sobre las calles.